Es otoño y cada dos segundos la luz del Faro destella arrasante. Escondido entre los bosques de la Portuguesa, a escasos kilómetros de José Ignacio, nace, en el seno de una familia de pescadores y agricultores, Nivio Solano, el 4º de 8 hijos de la familia Machado Acosta. Desde pequeño, junto a su madre Doña María Isabel y sus hermanos, contribuían al ingreso, en carretas tiradas por bueyes, de los primeros turistas de aquel entonces, mayoritariamente pescadores y sus familias provenientes de Maldonado y San Carlos. A medida que iba creciendo, crecía con el también su gran AMOR por el mar y la pesca. Este amor marcó su oficio y su forma de vida, siendo el único de sus 8 hermanos que eligió permanecer en el lugar. En sus largas jornadas de pesca tanto en el mar como en las lagunas se lo reconocía por su gorrito blanco, la vela que le ponía a sus queridos botes y la nobleza de su andar. Esto llevó a que sus compañeros de pesca lo bautizaran con el apodo de POPEYE. El tiempo transcurrió y en el año 1991 logra materializar su esfuerzo de tantas horas de pesca, creando, junto a su familia, este lugar. Junto a ellos también decide llamarlo con su apodo de pesca… POPEYE