"Es un lugar chiquito con reminiscencias a cocina familiar; la gente viene y se descontractura, se olvida del reloj". Así describió a La Fonda Ricardo Acosta, uno de sus dueños. El local es una construcción antigua de ladrillos a la vista pintada con colores ocre que se ubica en la planta baja de una posada. Acosta atribuye buena parte de su éxito al chef Mario Mori, quien generó su concepto culinario. Con una cocina a la vista, el menú semanal puede incluir sorrentinos de queso de cabra y tomates secos; cintas mediterráneas, taglio langostinos, tomates y hierbas o ribs de cerdo con mostaza de dijon, miel de jengibre y vino blanco, entre otras propuestas. 

Muchos de los ingredientes son de producción propia: "Tenemos nuestros propios vegetales orgánicos cultivados por otro miembro del equipo que tiene su cosecha cerca de Paso de la Arena". Todo lo que se cultiva se usa como materia prima. Huevos de campo, carnes frescas y pastas amasadas y cortadas en el momento previo a servir los platos, son otro diferencial. 

Una particularidad de La Fonda es que no venden gaseosas: solo aguas saborizadas, tragos o cervezas artesanales y todas las bebidas son preparadas. Aunque reciben mucho turismo, Acosta contó que los fines de semana "cada vez más se llena de montevideanos". "Estamos a dos cuadras del Mercado del Puerto, la meca de la parrillada; la nuestra es una buena opción para zafar de la parrilla de siempre".